Si voy a contar lo que me pasó, mejor empiezo por presentarme. Me llamo Sebastián.
Mis amigos me dicen El Noni, por un día que me dormí en clase y soñé que estaba en la pileta de mi prima. Nadando dormido, tiré todo lo que había en el pupitre y la maestra me despertó muy enojada.
De eso se trata esta historia…Les voy a contar un sueño, que es el más raro que tuve en toda mi vida. Fue un viernes, me acuerdo. Después del colegio fui a jugar a la plaza, y cuando volví, mi mamá estaba contentísima. Me dijo que la había llamado su tía Ernestina, que vivía lejos y hacía mucho que no veía. Hablaba como si su tía viviera en Grecia o en Marte.
Mi papá llegó para la hora de la cena, y yo me quedé dormido mientras ellos hablaban. Cuando tengo sueño, yo soy así. Si estoy sentado, me duermo sentado. Si estoy parado, me duermo parado. Nunca probé si puedo dormirme haciendo la vertical, pero ya tendré oportunidad y entonces les contaré.
Lo mejor fue el sueño que tuve. Al principio, estaba en un lugar que no era mi casa. Por una ventana abierta escuchaba el canto de los pájaros, como si la habitación estuviera en medio de la plaza. Por la puerta pasaron dos perros, trotando tranquilos como si el sueño fuera de ellos. Los seguí, a ver adónde iban, y me llevaron por un pasillo que de un lado tenía muchas puertas, y del otro una pared hecha de plantas. Entre las hojas de las plantas se veían unas lomas verdes, y nada más, sólo el cielo muy azul. Se oía una mezcla de zumbidos y ruiditos de lo más raros, pero no se veía a nadie. Nunca había estado en un lugar así, sin edificios alrededor.
Al rato soñé que mi mamá, mi papá y mi hermano venían por el pasillo charlando con una viejita muy simpática, que me agarró de la mano y me llevó a una cocina llena de cacerolas y sartenes brillantes. De una jarra me sirvió leche, mientras mi papá me decía que había visto cómo se la sacaban a la vaca. Los sueños son así. Si alguien te dice que las jarras de leche salen de las vacas vos no decís nada y seguís soñando.
Entonces aproveché para soñar un desayuno delicioso. Hasta había un pedacito de panal de abeja lleno de miel. De repente, se paró en la puerta un pájaro muy grande y raro, de color gris, y dijo algo. Se quedó mirándome un momento, como si me invitara a seguirlo, y se fue. Yo salí atrás de él. El resto de mi sueño es uno de los recuerdos más lindos que tengo. El pájaro me llevó por todas partes, mostrándome las plantas con flores donde zumbaban las abejas, el campito donde las vacas masticaban y masticaban y masticaban todo el día, el corral lleno de gallinas y pollitos y huevos, y la quinta, un lugar donde los tomates maduraban al sol. Yo no decía nada. El pájaro caminaba un poco, me miraba y esperaba a que yo lo alcanzara para mostrarme algo. Paseamos así toda la tarde, hasta que soñé que me llamaban para comer y me despedí del pájaro gris.
La señora viejita tampoco hablaba mucho, pero me sonreía todo el tiempo. Yo estaba cansado como cualquiera que sueña que paseó todo el día, y lo siguiente que recuerdo es el momento en que me desperté de verdad. Por supuesto que en mi pieza y en mi cama. Mientras me vestía, mi mamá me trajo una foto de su tía Ernestina. ¡Era la viejita simpática de mi sueño! Se lo conté y se puso a reír. Me dijo que la tía nos había invitado a pasar un día en el campo, y que yo había dormido todo el viaje de ida y todo el de vuelta. Yo no estoy muy convencido de que no fuera un sueño… ¡el campo es demasiado lindo para ser verdad!
El cuadernito agradece al autor: Enrique Melantoni.
Nació en Luján, provincia de Buenos Aires. Es ilustrador y escritor, actividades que realiza por separado, y sus trabajos han sido publicados principalmente en Argentina, Uruguay, Chile, México y Estados Unidos.
Como escritor, produjo obras de teatro, poesía, libros de adivinanzas, de humor, adaptaciones de mitos y leyendas, biografías, cuentos, novelas, caligramas, historias policiales, fantasy y cómics. Para conocer más del autor visita http://enriquemelantoni.
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