El viaje de Tiziana

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Ilustración de Alejandra Romero.

 

Tiziana es artesana. En su valija guarda crayones, telas y pinceles.  Además,  colecciona latitas, botellas y cajas de cartón.  Cuando su prima Amira cumplió años, le regaló un frasco con sales de colores.  ¡Amira quedó maravillada! Las capas de sal se habían acomodado en el frasco dibujando montañas divertidas: unas empinadas y otras petisas, unas nevadas y otras, con sol. También fabricó las guirnaldas que colgaron en la puerta el día del festejo.

Una noche, mientras dormiá, entró por la ventana una estrella:

–Tiziana tenés que ayudarme – le dijo. Tiziana la miro sorprendida.
– Es la luna -explicó la estrella- alguien se robó un pedazo, mirala… ya no tiene forma.
– ¿y qué puedo hacer yo?- preguntó Tiziana.
– ¡Vení conmigo, vamos a lijarla hasta dejarla redondita de nuevo.

Sin dudarlo  Tiziana buscó su valija y tomó a la estrella de la mano.  Comenzaron a subir.

De pronto, las luces de la ciudad quedaron allá abajo… tan chiquitas como pizcas de brillantina… y los países que flotaban entre los mares, ¡si parecían piezas de un rompecabezas!

-El Refugio de las Nubes es nuestra primera parada- dijo la estrella.
Atravesaron  un túnel vaporoso y asentaron sus pies en una nube elástica y gorda.
-¿De dónde vienen y a dónde van una niña y una estrella? -Preguntó la nube.
Venimos de la tierra y vamos a la luna- respondió Tiziana.
-¿A la luna?… pero, ¡eso es muy alto!
-Tiziana es artesana -explicó la estrella- viene conmigo a lijar la luna.
-¿A lijar la luna? Se sorprendió la nube.
-¿Qué, no la viste?, parece un queso con un mordiscón.
– Si Tiziana es artesana, podría ayudarme a mí también, dijo la nube… Siempre vestida de blanco o de gris, qué aburrido!

Tiziana abrió su valija y con acuarelas pintó a la nube de color verde limón. La nube, agradecida, la vio partir, junto a la estrella.

Atrás habían quedado las luces de la ciudad como pizcas de brillantina, los países entre los mares, y ahora también el Refugio de las Nubes.
En lo alto, la noche se aclaraba.

-La Estación  de los Vientos está cerca- le avisó la estrella.
Listas para la segunda parada, apoyaron sus pies sobre un ventarrón.
-¿De dónde vienen y a dónde van una niña y una estrella?- Preguntó el ventarrón.
-Venimos de la tierra y vamos a la luna- respondió Tiziana.
-¿A la luna? … pero, ¡eso es muy alto!
-Tiziana es artesana -aclaró la estrella- viene conmigo a lijar la luna.
-¿A lijar la luna?- Se sorprendió el ventarrón.
-Uff, otro distraído, se quejó la estrella, si, ¿no ves que parece una manzana mordida?
-Y qué podría hacer esta niña para ayudarme a mí -preguntó el gran viento-  Cuando bajo a la  tierra todos escapan a refugiarse, me cierran  las ventanas en las nariz.

Tiziana destapó uno de los frascos que traía en su valija, sacó un puñado de flores y se las regaló al viento:
-Podés perfumarte con mis lavandas, le dijo. Ahora conforme, el ventarrón les dijo adiós con una gran sonrisa.

-Estamos llegando a nuestra última parada- dijo la estrella, entusiasmada.
Tiziana sintió un montón de cosquillas en la panza, miró hacia arriba y un brillo de otro mundo se le metió por los ojos… ahí estaba, era ella: la luna.

La vio inmensa y vacía; con huequitos y valles, con piedritas y polvo gris, como cenizas terrestres. Desplegó un juego de lijas de todos los tamaños. ¡Había mucho por hacer! Empezó por las mesetas y siguió por las cadenas montañosas. Se subió en una cresta, ¡ahora necesitaba la más gruesa de todas! Las manos de Tiziana se perdían en el terreno desprolijo; colina casi alpina, borde como verja, cráter como mar. Tres vértices, dos ángulos y un rincón. A no olvidar la cima ni el agujero, menos la curva y… ¡guarda  el recoveco!

Tiziana lijaba con una mano, con la otra, con las dos. Con un pie, con el otro, con los dos; hasta que la luna quedó tan redondita como una naranja. Misión cumplida, dijo la estrella y se lanzaron desde la luna en picada, sin descanso.

Ahora la tierra crecía de nuevo… de pronto ya se encontraban sobre los países, y en la ciudad, y en el barrio y… -¡aterrizaje!-exclamó la estrella, posándose sobre el jardín de Tiziana.

Al día siguiente, Tiziana se despertó pensando si esto de la luna y la estrella había sido un sueño… ¿será?
No puede con la  intriga, se va a jugar con los chicos en la plaza para que el tiempo pase. Espera:
¿A la nube de color verde limón?
¿Al viento perfumado?
O que se haga de noche… rapidito.

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(Autora: Daniela Frontera).

El cuadernito agradece a:

La ilustradora: Alejandra Romero, de Buenos Aires, Argentina.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes Lola Mora y en Artes Visuales en el I.U.N.A. Desde entonces lleva adelante una variedad de interesantes proyectos como realización de cuadros, murales, puesta en marcha de vidrieras, talleres de arte y visitas guiadas orientadas a niños en diferentes galerías.  Actualmente se encuentra avocada a la ilustración editorial y al dictado de talleres para aquellos que sienten desde pequeños el llamado del arte.
Conoce más acerca de Alejandra ingresando en:
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