El barco rojo

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Mari sale a regar las plantas del patio y llena las macetas hasta el tope. Se agacha a sacar los yuyos, barre las hojas caídas del árbol, va y viene con la manguera cruzando de un lado a otro el jardín.

En eso ve que en una de las macetas navega un barco rojo. Es de papel y flota en el agua recién echada. Sobresale su color brillante entre las hojas secas que están adentro de
la maceta, como una frutilla en un mar de dulce de leche.

La brisa lo empuja de acá para allá y su proa se levanta haciendo apenas una ondas que rompen en el borde de barro. Algunos pájaros bajan a tomar el agua que rebalsa de los
canteros y se miran extrañados.

Mari sigue arreglando las plantas, mientras la tierra de la meceta se chupa el agua y el barco rojo se encalla, duro en el barro, ya no se mueve. Entonces los pájaros lo
alzan y se lo llevan a donde deben navegar los barcos, allá donde las aguas son profundas y las olas se estrellan una y otra vez contra la costa.

Texto: Daniela Frontera.

Imagen: http://www.freepik.es/vector-gratis/calle-de-dibujos-animados-con-los-edificios-y-el-mar–costa_687180.htm

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