Teo y el ladrón de letras

En el barrio de Teo llueven letras, y aunque no mojan, son un poco molestas. Por las mañanas cuando va a la escuela tiene que esquivarlas, hay por todos lados: en el medio de la calle, en la plaza y hasta en los canteros.

Las “Y” se entierran en el suelo como antenas de caracol,  las “J” se desparraman como paraguas sin copas, y las “S” flotan como patos en el canal, cerquita de los juncos verdes.

Además de amontonarse como hormigas en dulce de leche, caen en picada, así  que mejor andar con cuidado: si  la “V” viene de punta seguro te pincha la cabeza, si la “B”  baja de panza por ahí te aplasta. Teo recuerda la vez que vio venir una “O” y cuando quiso correr ya era tarde, ¡había quedado atrapado en el anillo gigante!

Pero no todo es peligroso cuando se trata de la lluvia de letras, a veces ellas se acomodan formando frases adorables como: “No me obliguen a dormir la siesta”, o “Qué bueno es hacer chozas con ramas”.

La mamá de Teo las pone con imanes en la heladera y cada tanto anota los mandados: “Mañana comprar papas”.

Los libros las necesitan sí o sí, si faltasen no habría versos ni estrofas, tampoco cuentos de ningún tipo, ¡qué pena si faltaran los de aventura!, y los de terror, ¡ni hablar!

Misteriosamente, un día las letras comenzaron a faltar. El heladero esperó por horas una “N” para terminar la oración “Hay helado de limón”, pero aunque recorrió todo el barrio no encontró ni una, y el helado se le derritió. El florista buscó hasta con lupa una “G” para su cartel “Hay geranios”, pero tampoco la encontró y las flores se marchitaron.

Cada vez era más difícil armar una palabra entera, si no faltaba una “M”, faltaba una “E”, y así todos los mensajes quedaban incompletos. En la pizarra de la verdulería podía leerse: HAY ANDÍA,  ELÓN y ANZANA, ¡se armaban unos líos bárbaros!

Una noche, Teo intentaba dormir cuando escuchó ruidos en el patio. Se asomó por la ventana y vio un encapuchado robándose varias “H” y un puñado de “J”.  Encendió las luces y muy valiente le gritó:
-¡Ey, qué estás haciendo, por qué te robás las letras!

-No me gustan los cuentos de ustedes  -dijo el ladrón-, ahora yo mismo voy a escribir la historia de este barrio. Saltó la tapia y desapareció.

Al otro día hubo reunión en el centro vecinal, el alboroto era tremendo.
-Se están robando las letras -explicó el papá de Teo.
-Y la cosa se está poniendo fea -agregó otro vecino-, ya no quedan “M” para escribir mosca, ni “R” para regadera, ni “S” para soquete.

Después de mucho hablar y pelear, tuvieron una idea: esa noche, todos fingirían dormir con las luces apagadas esperando que el ladrón aparezca y tomarlo así por sorpresa.
–El que primero lo vea, que pegue el alarido más chillón de todos -dijo el papá de Teo, dando por terminada la reunión.

A medianoche el barrio era una postal. Teo miraba a través de la ventana, podía distinguir perfectamente el patio, una inmensa luna de leche alumbraba  hasta el más oscuro de los rincones. De repente se escuchó: ¡ladrooooooooooón!, ¡ladroooooooooón!, era la señora de enfrente que gritaba como loca al ver al encapuchado en su jardín. Al instante, todo el vecindario rodeó la casa. El mecánico y el papá de Teo ataron de manos al autor de los robos, la policía no tardó en llegar. El encapuchado tenía en sus bolsillos 17 “P”, 25 “N” y 19 “Z”. Además, guardaba una bolsa repleta detrás de un siempreverde.

Después de aquella noche, todo volvió a la normalidad en el barrio de Teo. Se recuperaron muchísimas letras y se terminaron de escribir las cartas de amor, los grafitis y los pasacalles; también las etiquetas de los caramelos y los libros de lengua. Hasta el diario volvió a publicar una noticia, la que todos esperaban: “Se resuelve el misterio de la falta de letras”.

Pura casualidad, vaya uno a saber… la noche que atraparon  al ladrón, un telón de metal se cerró sobre el cielo estrellado soltando un fuerte chaparrón de abecedario.

(De Daniela Frontera, publicado en la Revista En Réplica).

“Teo y el ladrón de letras” se publicó en la Revista en Réplica, de difusión de teoría, ensayo, crítica y producciones ficcionales destinadas a jóvenes audiencias en especial, y a la cultura infanto-juvenil en general, se distribuye en diversas ciudades del país y otros países.

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